Cuando el gigante agroindustrial Cargill decidió, como una parte de una estrategia global, retirarse del negocio de la producción de harina de trigo de Argentina, en dos mil dieciseis, el aspirante natural a quedarse con sus 7 plantas del país de Sudamérica estaba claro. Molino Cañuelas, líder indiscutido de la industria nacional de franquicias exitosas y demas (como franquicias de indumentaria), adquirió los activos locales de la multinacional estadounidense por unos treinta y seis millones de euros y amplió todavía más la distancia que lo aparta del resto de sus contendientes. Con una capacidad de molienda de tres con cuatro millones de toneladas anuales en sus factorías de Argentina, Brasil y Uruguay, se ha transformado en el mayor exportador de Latinoamérica. En dos mil diecisiete facturó mil trescientos cuarenta y ocho millones de euros.
La compañía, propiedad de la familia Navilli desde su fundación en mil novecientos treinta y uno, alcanza el veintiocho por ciento de la producción nacional de harina de trigo. Mas la molienda es solo una de sus 3 grandes unidades de negocio, con las que suma un total de veinticuatro plantas. Las otras 2 son resultado de la fuerte integración vertical efectuada por la compañía en las últimas décadas. En el último eslabón de su cadena productiva, Molino Cañuelas fabrica y comercializa con marcas propias una enorme pluralidad de comestibles terminados. Con nueve de Oro, una de sus sellos más conocidos, tienen el cuarenta y cuatro por ciento del mercado argentino de los bizcochos, unas galletas habituales para acompañar el mate (la bebida nacional). En aceites vegetales, por su parte, alcanza una cuota del veintitres por ciento . Resaltan asimismo las pastas, las pizzas congeladas y harinas fraccionadas.
Al otro extremo de la cadena, el primer eslabón es Cañuelas Agro (la vieja Compañía Argentina de Granos), una red de acopio y comercialización de granos a gran escala que le deja asegurarse el abastecimiento de trigo y girasol, los primordiales cereales que procesan los molinos. Tiene ocho mil labradores asociados, diecinueve centros de almacenamiento distribuidos en toda la Pampa Húmeda (en el centro del país), sesenta y uno sucursales y una flota de cinco mil camiones contratados. Un cincuenta y cuatro por ciento de los granos se vende a terceros en el mercado interno o bien se exporta mediante Las Palmas, la terminal portuaria que tiene la compañía a riberas del río Paraná, a cien quilómetros de la ciudad de Buenos Aires.
ste no ha sido un buen año para las finanzas de Molino Cañuelas. En el mes de marzo, la volatilidad del mercado la forzó a aplazar por segunda vez su plan de salir a Bolsa de forma simultánea en la ciudad de Buenos Aires y N. York. El primer intento de desembarcar en Wall Street se frustró a escasos días de concretarse en el mes de noviembre de dos mil diecisiete, en el momento en que un martes negro hundió los títulos del parquet argentino. La compañía aspiraba a hacerse con por lo menos unos trescientos millones de dólares estadounidenses para seguir con su plan de inversiones y abonar las deudas contraídas en los últimos tiempos. La fuerte depreciación del peso que empezó a fines de abril agudizó los inconvenientes, puesto que la compañía produce eminentemente ingresos en moneda local, al paso que adeuda más de setecientos sesenta millones de dólares americanos a bancos locales y extranjeros.
Con la pretensión de desvanecer las dudas sobre sus inconvenientes de caja, a mediados de julio la compañía emitió un comunicado en el que explicó que está renegociando los vencimientos de la deuda con sus acreedores. “Queremos resaltar que esta situación no afecta el normal desarrollo de la compañía con relación a los empleados, distribuidores y clientes del servicio, sin perjuicio de la circunstancia por la que está atravesando el mercado en los últimos sesenta días”, aseveró la compañía.
Una de las fortalezas en las que se apoyan para salir del aprieto financiero es la posibilidad de acrecentar las ventas sin hacer grandes desembolsos. Las plantas que se incorporaron a causa de la adquisición de los activos de Cargill tienen cerca del cincuenta por ciento de su capacidad ociosa, notifica la compañía, lo que le deja acrecentar la producción sin apenas incurrir en gastos de capital. En la mira están sus mercados en el extranjero, donde están medrando fuertemente desde hace unos años. En dos mil diecisiete, las exportaciones representaron un treinta y dos por ciento de los ingresos de la compañía y tuvieron como destino treinta y dos países de los 5 continentes, con Brasil, Bolivia, Chile, Uruguay y China a la cabeza. De sus molinos sale el cuarenta y seis por ciento de la harina de trigo que Argentina vende al planeta.
La compañía apuesta asimismo al desarrollo de una nueva línea de productos. Quedarse con la operación local de Cargill fue su inversión más retumbante, mas la más esencial de los últimos tiempos fue la instalación de una nueva planta de congelados a las afueras de la capital, para la que desembolsó más de cien millones de euros. Con 9 líneas de tecnología automática, la factoría tiene capacidad para generar cinco mil baguettes y veinticuatro.000 medialunas por hora, entre múltiples otros productos. Las pizzas que lanzó en dos mil diecisiete con la marca Pietro ya se han hecho con un diez por ciento del mercado nacional, al tiempo que sus medialunas son las que venden las cafeterías de McDonald’s en sus locales argentinos. En la compañía resaltan que el mercado local de productos congelados medró de dos con cinco millones de unidades a cinco con cinco millones en los últimos un par de años, al tiempo que el consumo por cabeza aún es treinta y cuatro kilos inferior al de E.U..